La influencia de la alimentación en el sistema hormonal
El sistema hormonal es el encargado de regular funciones tan habituales e importantes como el sueño, el apetito, nuestra respuesta ante el peligro, nuestros cambios de humor y hasta nuestro peso, por lo que tiene mucho que decir en cuanto a nuestra calidad de vida. Este sistema guarda una estrecha relación con nuestro estado nutricional. En el cerebro hay ciertas hormonas que se estimulan con la ingesta de determinados nutrientes, contribuyendo a una sensación de placer y bienestar.
Así el ayuno, la alimentación en exceso o el ejercicio alteran este
sistema. Un ejemplo podrían ser las personas que tienen dietas con alto
contenidos grasos, teniendo niveles hormonales que puedan hacerlas
susceptibles a padecer ciertos tipos de cáncer.
Según la doctora Josefina Vicario,
pionera en Europa de la medicina Anti-Edad, “para alimentar tus
hormonas y elevar su nivel hasta un 30 por ciento, debes recibir un buen
aporte de proteínas”, de donde podemos deducir la influencia de la alimentación en el sistema hormonal. De hecho, a modo de ejemplo,
la glándula tiroides necesita verduras y frutas, mientras que la
hormona de crecimiento, el cortisol, la testosterona y los estrógenos,
requieren alimentos proteicos de buena calidad: carne, pescado y claras
de huevo.
Las llamadas hormonas son sustancias fabricadas por las glándulas endocrinas de
cada organismo, como el páncreas, la tiroides o la hipófisis y que, al
verterse en la sangre, activan diversos mecanismos y ponen en
funcionamiento a distintas partes del cuerpo. En cada persona
encontramos niveles hormonales diferentes, por lo que cada uno obtendrá una respuesta fisiológica distinta.
Las hormonas llegan a todos los rincones del organismo a través de la
sangre, generando cambios en el metabolismo, el ritmo cardíaco, la
producción de leche o desarrollo de los órganos sexuales, entre otros
procesos.
Además, no solo se afecta el sistema hormonal mediante la alimentación, sino que se produce también el efecto contrario, ya que la alimentación también se ve influenciada por este sistema.
Por ejemplo, durante la menstruación algunas mujeres presentan cambios
de apetito, tendiendo a comer más hidratos de carbono que el resto del
ciclo. Esto es debido a que la progesterona se incrementa y hace que
baje el nivel de azúcar en sangre, incitando a comer más, sobre todo
alimentos dulces.
Según la Dra. Carmen Menéndez,
del Instituto de la Mujer de Madrid, “en cada mujer predomina un tipo
de hormonas que influye sobre las líneas de su cuerpo y la forma en que
reacciona ante las grasas. Las hormonas determinan qué cantidad de
energía de los alimentos se convierte en grasa corporal. Por eso para
estar en forma, debes seguir una dieta y realizar actividad física
adecuada a la glándula que predomina en tu organismo”.
Resumiendo, para estimular nuestro sistema hormonal en busca de buenos estados de ánimo debemos procurar mantener nutrido a nuestro sistema nervioso. A neuronas contentas, personas felices.
Por tanto, resulta esencial la incorporación de glucosa mediante la ingesta de hidratos de carbono complejos. Los hidratos de carbono simples aumentan
la glucemia muy rápidamente, pero ésta decae con la misma rapidez, sin
embargo, los complejos consiguen prolongar unos niveles de glucemia
aceptables durante un mayor tiempo.
No debemos olvidar tampoco al triptófano,
un aminoácido esencial para el estado anímico entre otras muchas
funciones. Entre sus tareas está la de regular el ciclo de
sueño-vigilia, el apetito, y su déficit puede determinar depresión,
angustia, nerviosismo.
El complejo vitamínico B ayuda
a nutrir correctamente el cerebro y el sistema nervioso, con lo cual
tendrá un impacto positivo en el estado anímico. Además, en una buena
nutrición del sistema nervioso no pueden faltar los ácidos grasos esenciales, fosfolípidos, el hierro o el litio.
Por otro lado hay que evitar que los niveles hormonales fluctúen demasiado, por lo que se recomienda acostarse más temprano, desayunar y merendar todos los días, mantener una vida sexual activa o pasear bajo el sol.
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