jueves, 22 de noviembre de 2012

Comer bien para regular el estado anímico

La influencia de la alimentación en el sistema hormonal

El sistema hormonal es el encargado de regular funciones tan habituales e importantes como el sueño, el apetito, nuestra respuesta ante el peligro, nuestros cambios de humor y hasta nuestro peso, por lo que tiene mucho que decir en cuanto a nuestra calidad de vida. Este sistema guarda una estrecha relación con nuestro estado nutricional. En el cerebro hay ciertas hormonas que se estimulan con la ingesta de determinados nutrientes, contribuyendo a una sensación de placer y bienestar. Así el ayuno, la alimentación en exceso o el ejercicio alteran este sistema. Un ejemplo podrían ser las personas que tienen dietas con alto contenidos grasos, teniendo niveles hormonales que puedan hacerlas susceptibles a padecer ciertos tipos de cáncer.

Según la doctora Josefina Vicario, pionera en Europa de la medicina Anti-Edad, “para alimentar tus hormonas y elevar su nivel hasta un 30 por ciento, debes recibir un buen aporte de proteínas”, de donde podemos deducir la influencia de la alimentación en el sistema hormonal. De hecho, a modo de ejemplo, la glándula tiroides necesita verduras y frutas, mientras que la hormona de crecimiento, el cortisol, la testosterona y los estrógenos, requieren alimentos proteicos de buena calidad: carne, pescado y claras de huevo.

Las llamadas hormonas son sustancias fabricadas por las glándulas endocrinas de cada organismo, como el páncreas, la tiroides o la hipófisis y que, al verterse en la sangre, activan diversos mecanismos y ponen en funcionamiento a distintas partes del cuerpo. En cada persona encontramos niveles hormonales diferentes, por lo que cada uno obtendrá una respuesta fisiológica distinta. Las hormonas llegan a todos los rincones del organismo a través de la sangre, generando cambios en el metabolismo, el ritmo cardíaco, la producción de leche o desarrollo de los órganos sexuales, entre otros procesos.

Además, no solo se afecta el sistema hormonal mediante la alimentación, sino que se produce también el efecto contrario, ya que la alimentación también se ve influenciada por este sistema. Por ejemplo, durante la menstruación algunas mujeres presentan cambios de apetito, tendiendo a comer más hidratos de carbono que el resto del ciclo. Esto es debido a que la progesterona se incrementa y hace que baje el nivel de azúcar en sangre, incitando a comer más, sobre todo alimentos dulces.

Según la Dra. Carmen Menéndez, del Instituto de la Mujer de Madrid, “en cada mujer predomina un tipo de hormonas que influye sobre las líneas de su cuerpo y la forma en que reacciona ante las grasas. Las hormonas determinan qué cantidad de energía de los alimentos se convierte en grasa corporal. Por eso para estar en forma, debes seguir una dieta y realizar actividad física adecuada a la glándula que predomina en tu organismo”.

Resumiendo, para estimular nuestro sistema hormonal en busca de buenos estados de ánimo debemos procurar mantener nutrido a nuestro sistema nervioso. A neuronas contentas, personas felices.

Por tanto, resulta esencial la incorporación de glucosa mediante la ingesta de hidratos de carbono complejos. Los hidratos de carbono simples aumentan la glucemia muy rápidamente, pero ésta decae con la misma rapidez, sin embargo, los complejos consiguen prolongar unos niveles de glucemia aceptables durante un mayor tiempo.

No debemos olvidar tampoco al triptófano, un aminoácido esencial para el estado anímico entre otras muchas funciones. Entre sus tareas está la de regular el ciclo de sueño-vigilia, el apetito, y su déficit puede determinar depresión, angustia, nerviosismo.

El complejo vitamínico B ayuda a nutrir correctamente el cerebro y el sistema nervioso, con lo cual tendrá un impacto positivo en el estado anímico. Además, en una buena nutrición del sistema nervioso no pueden faltar los ácidos grasos esenciales, fosfolípidos, el hierro o el litio.

Por otro lado hay que evitar que los niveles hormonales fluctúen demasiado, por lo que se recomienda acostarse más temprano, desayunar y merendar todos los días, mantener una vida sexual activa o pasear bajo el sol.

martes, 20 de noviembre de 2012

La dieta mediterránea relegada al olvido debido a la crisis económica



En los tiempos de crisis que estamos viviendo, la famosa dieta mediterránea, patrimonio de la humanidad, se está viendo ahogada. Las dificultades económicas que sufre la población, la globalización o la llegada de alimentos de todas partes del mundo en cantidades desorbitadas está provocando el cambio de los hábitos alimenticios de la sociedad española. Cada vez prescindimos mas de alimentos esenciales para la dieta como puede ser el pescado, las frutas o las verduras. En contraposición, aumenta el consumo de pasta, arroz o carnes preparadas. Este segundo grupo de alimentos son más baratos y fáciles de preparar, pero estas tendencias alimenticias desequilibran nuestra dieta.

Cuatro expertos en la materia (la nutricionista de USP Palmaplanas Leticia Lozano; el maestro de cocina Antoni Pinya; el presidente de la Asociación Consumidores en Acción FACUA-Balears, Alfonso Rodríguez, y el director de restauración de Amadip Esment en Palmanova, Guillem Porcel) apuestan por volver a los productos tradicionales y sostenibles, así como la educación en los hábitos alimenticios y en las dietas equilibradas. En definitiva defienden un retorno a la tradicional dieta mediterránea para mejorar la salud y el bolsillo de las familias.


Históricamente los grandes sucesos, como guerras o crisis mundiales, han llevado a grandes cambios en la sociedad. Esto es lo que se está produciendo en la actualidad con la alimentación. No nos preocupa nutrirnos óptimamente, sino alimentarnos lo suficiente para no pasar hambre, olvidando cualquier consejo nutricional aprendido en años anteriores.

Sufriremos las consecuencias del empobrecimiento de nuestra dieta a largo plazo. Por este motivo, quería hacer un llamamiento a dietistas-nutricionistas y futuros profesionales relacionados con este campo para que divulguen sus conocimientos entre la sociedad. En época de crisis tenemos que “arrimar” todos el hombro, y creo que nuestra mejor arma es promoviendo una alimentación sana y unos hábitos de vida saludables a toda persona que tengamos a nuestro alcance. Sé que de esta forma vamos a perder dinero a priori, ya que la mayoría de estos consejos se darán fuera de las paredes de nuestra consulta. Pero con esta actitud, a la larga nos beneficiaremos de las semillas que sembremos, ya que creceremos como profesionales y cuando la crisis empiece a dejar paso a épocas mejores, tendremos una aumentada clientela potencial y un estatus profesional en auge. La sociedad aun no lo sabe, pero somos imprescindibles para épocas futuras donde prime la prevención de la salud más que la cura de la enfermedad.

Me parece una utopía lo que voy a proponer a continuación, ya que estamos más bien en tiempos de recortes sociales. Pero creo necesario instaurar en la educación primaria y secundaria una asignatura relacionada con la prevención de la salud, donde tengan cabida campos relacionados con las ciencias de la salud, como son la medicina, la actividad física, la farmacia, la psicología y la nutrición principalmente. Aunque desde mi punto de vista, los pilares de la prevención, dentro de todas estas vertientes, son la nutrición y la actividad física.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Frutos secos para prevenir enfermedades cardiovasculares

Un estudio publicado por el Journal of the American College of Nutrition señala que el comer frutos secos con regularidad puede beneficiar directamente la salud cardiaca. Para llegar a esta conclusión, los científicos de la Universidad Estatal de Louisiana utilizaron los datos de más de 13 mil personas de ambos sexos y mayores de 19 años, quienes comieron almendras, nueces, castañas, avellanas, pecanas, piñones y pistachos por un determinado tiempo. Todas estas personas habían sido participantes de los Sondeos de Salud y Nutrición de Estados Unidos, donde se registro sus hábitos de consumo de 1999 a 2004.

Se analizaron los datos relativos a los factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular y se compararon los resultados obtenidos en relación a la cantidad de frutos secos de cáscara dura que eran consumidos por los participantes en el estudio cada día.

Los resultados mostraron que quienes comían 7 gramos o más de frutos secos al día tenían mayores niveles de lipoproteína de alta densidad (HDL o “colesterol bueno”) y menores de proteína C reactiva, la cual, entre otras complicaciones, puede ocasionar problemas cardiacos.

Además, los investigadores concluyen que “el consumo de estos frutos secos está asociado a 5% menos prevalencia de síndrome metabólico“. Esta afección hace alusión a un conjunto de factores de riesgo que se presentan de forma simultánea (obesidad abdominal, hipertensión, altos niveles de glucosa en ayunas y bajos niveles de HDL). De igual manera, los consumidores de frutos secos tenían un menor peso corporal, un menor índice de masa corporal y una cintura más pequeña.
Otros estudios nutricionales han mostrado que el consumo de frutos secos entre la población es relativamente bajo. Si a esto le unimos que las enfermedades cardiovasculares se han convertido ya en la principal causa de muerte en la mayoría de países industrializados, este grupo de alimentos podrían ser una herramienta muy valiosa para combatir tanto esta epidemia como la de obesidad.

Siguiendo a la profesora titular del Departamento de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la UCM y Miembro del Consejo Asesor del Instituto Flora, Rosa Ortega que nos indica que “el consumo moderado de frutos secos no aumenta el peso y resulta saludable”. Por tanto, debemos ser cautos con las cantidades que consumimos de frutos secos, ya que es un alimento con una alta densidad calórica. Por esta razón, hay que contar con profesionales que nos asesoren en los cambios de nuestros hábitos de vida, y recordar que el cuidado de la salud empieza en el momento en que elegimos lo que vamos a comer y en que cantidades lo vamos a hacer.